sábado, 20 de junio de 2009

la universidad

Cuando ingresé a la universidad el mundio cambió, quería estudiar ingeniería de grabación pero hace veinte años esas carreras no existían en el país, y no cabía la mayor probabilidad de estudiar en el exerior, así que tomé lo que había a mano. Desde el comienzo quise hacer la música de mis películas, esa era la ilusión.

Sin embargo no era tan fácil, tan sólo basta recordar que en ese momento entrar a un estudio de grabación era impensable por los costos astronómicos que tenían, tampoco estaba masificado el uso de computadoras en la grabación, lo más adelantado eran los amiga que no eran accequibles, así que no había muchos caminos para seguir.

Con suma torpeza seguí adelantando mis experimentos con las grabadoras e instrumentos que había en casa, y con otro par de desadaptados comenzamos a vislumbrar la idea de tener una banda de rocanrol que fuera poco aséptica, al fin y al cabo ninguno era músico de academia para guardar la compostura. De hecho ni siquiera teníamos instrumentos.

Conseguimos prestada una guitarra eléctrica, mi padre hizo lo mismo con un pequeño teclado de miniteclas y comenzamos. Un año después habíamos progresado mucho, básicamente porque dejamos de asisitir a clases, comenzamos a dar conciertos y nos dimos a conocer. Después de año y medio dejé el grupo, les fue muy bien sin mi, grabaron varios discos y dieron conciertos multitudinarios, siempre lo he celebrado.

El virus siguió creciendo sanamente dentro de mi y me dedique a la composición de música para tv, mi primer trabajo.

lunes, 15 de junio de 2009

el comienzo

Recuerdo que a inicios de los años ochenta vi en la televisión una entrevista a Manuel Alejandro (si mal no recuerdo) que era el compositor y productor de Julio Iglesias, en ese momento en la cima de su carrera. En el reportaje en cuestión, Manuel Alejandro dirigía y grababa una orquesta de cuerdas y explicaba de que se trataba su trabajo, que me pareció el más aburrido del planeta.

No pienso pedir excusas por tamaño exabrupto, pues en mi tierna infancia no se había desarrollado sanamente el virus de la música, aunque ya había sido picado por el bicho. Fuí hijo único durante ocho años, y pasaba las tardes, después de llegar del colegio, escuchando discos infantiles en una vieja pero bella radiola de mi madre que aun conservo.

En mi hogar no se escuchaba música cotidianamente, tan solo cuando había fiestas organizadas por mi padre, que siempre ha sido aficionado a cantar y tocar guitarra. Esa afición de mi progenitor hizo que siempre hubiera guitarras y órganos en casa. Recuerdo especialmente un Yamaha BK20C que fue uno más de la familia durante unos quince años. En 1991 papá lo vendió y lo reemplazó con un teclado Yamaha PSR 500 pues era mucho más fácil de transportar y tenía muchos más sonidos y ritmos. Cuánto me gustaría que fueran parte de mi estudio. Sin embargo todavía conservo un teclado Casio de inicios de la década del ochenta que puede considerarse el primero de mi estudio.

El Yamaha BK20C



El Yamaha PSR 500


Dentro de las curiosidades de mi padre había una grabadora Ampex de media pulgada en carrete abierto que también conservo, y algunos micrófonos sencillos que venían incluidos con las grabadoras de los años sesenta y setenta. Esos fueron los primeros juguetes que luego se convertirían en herramientas de experimentación sonora y musical.

No quise estudiar música, pues cuando conocí el conservatorio no me gustó el ambiente militar que percibí en el lugar, años después me di cuenta que los músicos de academia eran demasiado ególatras y no me caían muy en gracia. Decidí entonces estudiar por mi cuenta, ser un autodidacta. Corría el año 1986 cuando leí el primer libro de teoría musical. En 1987 llevé a cabo algunas grabaciones de mis primeras canciones. Ni las unas ni las otras eran buenas, realmente eran fatales, pero fueron el principio del asunto en cuestión que es la producción de música.